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MATANZAS EN EL MADRID REPUBLICANO... o los problemas de recuperar la

MATANZAS EN EL MADRID REPUBLICANO... o los problemas de recuperar la

Pyre Info.- La llamada “recuperación de la memoria histórica” impulsada por ZP tiene sus riesgos. Recordar, a veces, es malo, incluso para los que proponen recordar… salvo que por recordar entiendan falsificar la historia. Tal es el designio de ZP. De ahí que, en este contexto, sea extremadamente positivo el hecho de que Editorial Altera haya recuperado esta obra escrita en la inmediata postguerra, por alguien que vivió en el Madrid republicano de la guerra civil. En efecto, el autor, Félix Schlayer, era cónsul de Noruega en el Madrid dominado por la revolución, aplastado por el Terror: uno de esos hombres que, cuando la humanidad se hunde, la salvan un poco del deshonor.

PVP: 19,50 €
Si quieres adquirir la obra: En el Madrid Republicano
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Para consultas: pyre38@yahoo.es 

Félix Schlayer: uno de esos hombres que, así, nos salvan de algún modo a todos. No sólo a los cientos que salvó físicamente del Terror —jugándose la vida, como tantos otros diplomáticos extranjeros se la jugaron también.

Félix Schlayer: el primero que contó al mundo el horror de las persecuciones, de los asesinatos masivos, de las torturas de las checas en el Madrid de la revolución.

Félix Schlayer: el primero que descubrió la matanza de Paracuellos de Jarama: unos cinco mil presos de diversas cárceles de Madrid asesinados a sangre fría en la mayor matanza colectiva de toda la guerra civil. El primero también que probó la implicación directa de Santiago Carrillo en la masacre.

Félix Schlayer: ni una maldita placa celebra su gesta en la desmemoriada España que se llena la boca de “Memoria histórica”. Su testimonio, editado en alemán en 1938, ni siquiera había sido publicado nunca en español.

Félix Schlayer: Retlingen (Alemania) 1873, Madrid (?). Ingeniero, establecido en España desde 1895 y domiciliado en Torrelodones (Madrid), ocupa en 1936, a los 63 años de edad, el puesto de Cónsul de Noruega, país con el que había establecido, como empresario de maquinaria agrícola, intensas relaciones comerciales. Al encontrarse fuera de España el embajador de Noruega, el 18 de julio de 1936 se pone al frente de la legación de dicho país, cargo desde el cual salvó la vida de los más de mil refugiados acogidos en dicha embajada. En noviembre de 1936, descubrió y dio testimonio de la matanza, en Paracuellos de Jarama, de más de cuatro mil presos preventivos extraídos de las cárceles de Madrid. Habiendo regresado a España al finalizar la guerra, siguió viviendo en nuestro país, donde falleció en fecha desconocida, hallándose enterrado en el cementerio civil de Madrid.

Esta obra es un primor de espontaneidad y lenguaje directo. Habla con sencillez de unos acontecimientos que pintan a los republicanos como bandas de depravados asaltantes de caminos, gentes de la peor especie para los que cualquier forma de Estado de Derecho había desaparecido mucho antes de que empezara el conflicto armado. El libro sorprenderá en cada página a los que desconocen lo que fue la guerra civil. Puede dudarse de las obras de “investigación histórica” realizadas utilizando prismas ideológicos maniqueos (franquistas malos y liberticidas, republicanos buenos y pacifistas), pero no puede dudarse de la obra de Schaley que estuvo presente en los acontecimientos que narra, se jugó decenas de veces la vida y salvo a cientos de madrileños perseguidos por bandas de facinerosos. Si esta obra tiene un valor es el del testimonio directo y la sencillez en el relato. Lo que vio el autor es lo que narra y lo que narra es escalofriante. No hubo ley en el Madrid republicano, fue una situación controlada por una escoria social, la misma que hoy ZP pretende enaltecer, reivindicar y alabar. Lo bueno que tiene la estupidez de “reivindicar la memoria histórica” es que, gracias a ello, se han reimpreso libros como el de Félix Schaley, vendiéndose más ejemplares que en la inmediata postguerra… Gracias ZP, sin tu estupidez, esto no hubiera sido posible.

Por supuesto, nos sumamos a la propuesta de Ediciones Altera de dar el nombre de una calle para honrar la memoria de Félix Schlayer y que reproducimos a continuación:

¡Una calle de Madrid para honrar la memoria de Félix Schlayer y Melchor Rodríguez!

Félix Schlayer, Cónsul de Noruega en Madrid entre 1936 y 1937. Gracias a su labor humanitaria, por la que arriesgó su vida, miles de inocentes pudieron ser salvados de la muerte en el Madrid dominado por el Terror. Bajo su nombre se honra asimismo la memoria de los numerosos representantes del Cuerpo Diplomático que, acreditados en el Madrid republicano, desplegaron igual labor humanitaria.

Melchor Rodríguez, El Ángel Rojo, destacado dirigente anarquista que, ejerciendo sus funciones de director de la Cárcel Modelo, arriesgó asimismo su vida salvando de una muerte cierta a cientos de inocentes. Su labor durante la guerra civil es altamente elogiada por el propio Schlayer en su libro Matanzas en el Madrid republicano.

¿Quieren rehabilitar la “memoria histórica”? Rehabilitémosla, pues…, pero de verdad y sin ocultar el Terror imperante en la zona republicana. ¡Que para cada uno de estos héroes una calle que honre su memoria!

Envíe un e-mail a schlayer@altera.net indicando: nombre y apellidos, e-mail y DNI. Escriba o copie la frase: “Me adhiero a la solicitud de una calle de Madrid para Félix Schl ay er y Melchor Rodríguez”.

 

PVP: 19,50 €
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LA REPUBLICA QUE ACABO EN GUERRA CIVIL... La marcha al desastre en imágenes

LA REPUBLICA QUE ACABO EN GUERRA CIVIL... La marcha al desastre en imágenes

Pyre Info.- En abril de 1931, España asistía esperanzada a la irrupción de un nuevo sistema político: la República. Desde 1898 parecía que España languideciera desesperanzada por la crisis finisecular. Los 30 primeros años del siglo XX no podían haber sido más turbulentos: crisis sin alternativas que habían desembocado en una crisis moral absoluta del que ninguna clase social se podía zafar. Y hete aquí que el 14 de abril de 1931, prácticamente toda España está de acuerdo en aceptar el hecho consumado del advenimiento de la República en la creencia de que podía suponer un “nuevo curso” capaz de enderezar la situación. De ahí que en Abril de 1931 los rasgos de la coyuntura fueran: alegría, júbilo y bailes en las calles de España. En los cinco años siguientes todo este capital se dilapidará rápidamente. En julio de 1936 solo queda: miedo, sangre y barricadas en las mismas calles.

 

PVP: 35,00 euros
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¿Qué pasó en esos cinco años para que una fiesta, como fue la proclamación de la Segunda República, se convirtiera en una matanza colectiva entre españoles?

¿Qué camino —el camino hacia el desastre— fue el que llevó de lo uno a lo otro?

Tal es la pregunta a la que responden estas fotografías seleccionadas por el historiador Pío Moa. Imágenes impactantes, escalofriantes, que nos llegan al corazón… Pero imágenes entrañables también, imágenes que nos muestran la otra cara, el rostro cotidiano y lúdico de la sociedad bajo cuyos pasos se cernía la catástrofe: de la animada vida nocturna de las grandes ciudades a la noche insurreccional de Cataluña y Asturias; de la tribuna de las Cortes a los incendios de iglesias y conventos…

En torno a estas imágenes y a esta pregunta —¿por qué la República acabó en guerra civil?—, la reflexión, el estudio crítico de Pío Moa.

Un apasionante análisis que en estas páginas se plasma mediante su más ágil y viva escritura.

BIOGRAFÍA DE PÍO MOA

Pío Moa, historiador y periodista, colaborador de Libertad Digital, ha subvertido las interpretaciones habituales sobre nuestro pasado reciente. Recurriendo a documentación de la época y aplicando una lógica precisa, ha desmontado gran número de mitos que en los últimos años pasaban por verdades inatacables. Ello debiera haber motivado un debate intelectual honesto y académico, pero, por desgracia, sus contradictores han sustituido el debate por lamentables ataques personales.

No obstante, las tesis de Moa se van imponiendo progresivamente, y hoy aparecen, citándole o no, en numerosos libros, artículos y comentarios. Historiadores del prestigio de Stanley Payne, C. Seco Serrano, César Vidal, J. M. Cuenca Toribio,A. D. Martín Rubio, J. L. Orella, J. Paredes y muchos otros han manifestado su acuerdo con diversas tesis fundamentales del autor.

Entre sus libros más recientes cabe destacar: Una historia chocante y Contra la balcanización de España (ambos sobre los nacionalismos vasco y catalán), Franco: un balance histórico, El iluminado de la Moncloa y otros ensayos, así como 1934: Comienza la Guerra Civily 1936: El asalto final a la República, ambos publicados por Áltera.

PVP: 35,00 euros
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GENOCIDIO EDUCATIVO... Víctimas y verdugo de la LOGSE.

GENOCIDIO EDUCATIVO... Víctimas y verdugo de la LOGSE.

Pyre Info.- Sería difícil encontrar una persona más adecuada para escribir esta obra que Pascual Tamburri Bariain (Pamplona, 1970), que une a su condición de Licenciado en Filosofía y Letras y en Ciencias Políticas, Doctor en Historia y Medievalista, la condición de investigador y docente en las Universidades de Navarra y Pública de Navarra. Es funcionario por oposición de Enseñanza Secundaria y enseña Historia en el Instituto de San Adrián (Navarra). Así pues, conoce especialmente el tema del que está hablando: la crisis de la enseñanza en España.
 
pvp: 19,00 €
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Desde hace más de treinta años, la enseñanza española está en crisis. Cada reforma contribuye a agravar la situación existente anteriormente. Finalmente, este proceso nos ha otorgado el dudoso honor de convertirnos en el furgón de cola de la Unión Europea en materia de enseñanza, y en líderes en fracaso escolar.

Los españoles del siglo xxi van a ser muy diferentes de los de ayer y anteayer, y esas mutaciones no van a ser consecuencia de las normales diferencias entre generaciones: van a derivarse, por el contrario, de un proceso revolucionario encarnado en la Ley de 1990 y en su secuela de 2005. En nuestra opinión, las raíces de la crisis de la enseñanza se remontan a la mutación social y a los cambios de costumbres habidos durante la década de los sesenta y que forzaron a la promulgación por el franquismo de la Ley de Educción de 1974, promovida por Villar Palasí que sustituyó al antiguo Bachillerato que, como mínimo, daba una formación global de un nivel bastante aceptable. Pascual Tamburri no remonta hasta tan lejos su análisis, sino que, partiendo de la Ley de 1990, llega al período zapaterista, verdadero acelerador de la crisis en todos los órdenes y, especialmente, en materia de enseñanza.

Zapatero ha entregado al Estado, en nombre de la enseñanza, el monopolio de la educación. Y están llegando a la sociedad adulta las consecuencias de una educación que ha pretendido hacer iguales a los desiguales, y uniformes a los diversos. Pero ese genocidio moral tiene solución en la rebelión de las víctimas contra una ideología liberticida.

La obra es atractiva en su planteamiento, absolutamente “incorrecta” en cuanto al tratamiento del tema y absolutamente crítica respecto al sistema educativo español cuyos últimos estertores estamos viviendo. No cabe duda, el título de la obra es particularmente acertado: en efecto, estamos viviendo un auténtico “genocidio educativo”.

pvp: 19,00 €
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LOS NUEVOS AMOS DE ESPAÑA

LOS NUEVOS AMOS DE ESPAÑA

Pyre INFO 008.- Una nueva oligarquía ha nacido, más discreta que la oligarquía de los terratenientes y los multimillonarios de antaño, pero no por ello menos influyente. Son los dueños de España. Junto a ellos, la clase política, no forman más que el conjunto de chicos de los recados. Ellos mandan verdaderamente en España: la plutocracia, el poder del dinero. Florentino Pérez, José María Entrecanales, las hermanas Koplowitz, Emilio Botín, Luis del Rivero, Antoni Brufau... En opinión del autor de este libro, estamos ante una nueva clase social de propietarios que controla la estructura económica del país; una aristocracia que ha pactado con el poder político y que mueve los hilos del dinero desde la banca, la construcción, la Bolsa y los conglomerados industriales.

PVP: 23,00 €
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¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Ha sido el desarrollo económico de España un verdadero «milagro»? ¿No cabe acaso explicar lo sucedido en las últimas décadas con argumentos racionales? ¿Quiénes fueron preparando el camino para convertirse hoy en los nuevos amos de España?


Para Carlos Sánchez, milagros ha habido pocos. Sí, en cambio, decisiones políticas, corrientes de libertad económica, intereses y grupos de presión que han echado abajo los restos del régimen franquista y configurado un determinado modelo de país. En veinticinco años España ha pasado de ser un «cero a la izquierda» en el concierto mundial a una de las economías más potentes. En estas páginas se explica cómo, y también se habla con detalle de los artífices que lo han hecho posible.

Fragmentos de esta obra:

PRÓLOGO


Se quejaba hace algún tiempo el profesor Tortella de que se ha abusado hasta la saciedad del uso de la palabra «revolución». Se habla de la revolución tecnológica, de la revolución sexual, de la revolución de la mujer, de la revolución de las ideas... En el franquismo, incluso, se hablaba de la revolución silenciosa. Y hasta en la televisión se pueden ver anuncios en los que se prometen revolucionarios métodos de adelgazamiento o de limpieza de cutis. Nunca en la historia del hombre ha habido tantas revoluciones en marcha.


Algo parecido ha ocurrido con el vocablo «milagro». En las décadas de los sesenta y setenta se hablaba del milagro japonés, y, más recientemente, del milagro irlandés o del milagro español, en-tendida esta expresión como una especie de gran salto adelante en el desarrollo económico de un país. «Milagro», según la definición de la Academia de la Lengua, tiene dos acepciones. La primera se circunscribe a un hecho no explicable por las leyes naturales, por lo que se atribuye a una intervención sobrenatural o de origen di-vino. La segunda se refiere a la existencia de un suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa. La primera de las definiciones excluye, por lo tanto, cualquier racionalidad, cualquier explicación científica, en el hecho presuntamente milagroso. Y es entonces cuando surge la duda. ¿Por qué se habla de milagro español cuando en realidad se puede explicar lo sucedido con argumentos racionales?


Quizá se deba a los excesos verbales inherentes a la condición humana. Lo que pretende este libro es, precisamente, explicar por qué España ha llegado a ser lo que es hoy en términos económicos sin acudir a argumentos ajenos a la voluntad de los hombres. Explicar por qué una nación que hace poco más de veinticinco años era un cero a la izquierda en el concierto mundial es hoy una de las economías más potentes. Explicar, en última instancia, los fundamentos sobre los que se asienta la nueva aristocracia eco-nómica que gobierna este país.


A menudo se tiende a pensar que los grandes acontecimientos son fruto de una lógica racional, pero la realidad es muy distinta. Detrás de cada decisión política y económica hay individuos, hay intereses, hay grupos de presión capaces de manejar a su antojo los hilos de la Historia. Y son actores que, desde luego, no aplican ninguna lógica.


España no es hoy como se presenta ante nosotros por una cuestión de azar. España es así porque en un tiempo anterior se adoptaron decisiones que han configurado un determinado modelo de país. Esas decisiones de política económica son las que han dibujado los perfiles actuales. Milagros, por lo tanto, ha habido pocos.


Lo que sí ha soplado es una formidable corriente de libertad económica que ha acabado por echar abajo los restos del antiguo régimen franquista. Una corriente que, al mismo tiempo, ha arrinconado al Estado hasta situarlo en posiciones residuales en la actividad empresarial. Es verdad que el gasto público en relación al Producto Interior Bruto se encuentra en niveles históricamente altos gracias a la universalización de determinadas prestaciones sociales (pensiones, sanidad o educación), pero no es menos cierto que nunca la presencia del Estado en la actividad meramente empresarial ha sido tan raquítica.


Las privatizaciones tienen mucho que ver con este fenómeno, pero también la política de concesiones, que ha alejado a los poderes públicos de la prestación de determinados servicios. Esas funciones, que históricamente habían sido asumidas por el Estado -como la construcción de carreteras, los hospitales o las prisiones-, son las que realizan hoy las empresas beneficiadas por este ingente proceso de privatizaciones en el sentido más amplio de la palabra. Son los nuevos poderes «públicos».


De eso trata este libro: de cómo ha emergido una nueva clase social de propietarios que controla la estructura económica del país gracias a ese formidable proceso de enajenaciones. Se trata de un proceso histórico notable. En los últimos doscientos años de historia nunca hubo en España una aristocracia económica de estas características. Ni durante la explosión del mercantilismo que se pro-dujo en el periodo isabelino ni durante la Restauración canovista. Tampoco durante la Dictadura de Primo de Rivera ni durante el franquismo, y mucho menos durante la II República.


Es evidente que siempre ha habido burgueses, élites económicas cercanas al poder y con una capacidad de influencia verdaderamente descomunal, pero en esas ocasiones los poderosos no eran más que una prolongación de la Corona o del dictador de turno. En los últimos años, por el contrario, ha emergido una nueva cla-se que tiene unos orígenes ciertos. Surge cuando los gobiernos lanzan una nueva desamortización que pone a disposición de un puñado de empresarios una ingente cantidad de recursos que hasta ese momento pertenecían a la esfera de lo público. También, cuando se decide adoptar un determinado patrón de crecimiento que pasa por destinar ingentes recursos públicos a la construcción de infraestructuras al calor de los bajos tipos de interés reales. Y, en fin, nace cuando se abraza el viejo lema de Ortega: «España es el problema; Europa la solución». Sin el paraguas de la Unión Europea, España no sería ni la sombra de lo que es.

Un comentario sobre la obra

«Los nuevos amos de España han relevado al Estado en el control económico del país»

M. C. @ EL MUNDO


MADRID.- En los últimos años, una nueva clase social, formada por un pequeño grupo de empresarios que mueve los hilos económicos y empresariales del país, ha emergido en España. Son los Entrecanales, las Koplowitz, los del Rivero o los Botín, entre otros, los que se han beneficiado de un nuevo escenario económico.


El periodista y escritor Carlos Sánchez, miembro de la redacción fundadora de EL MUNDO -donde fue jefe de sección de Economía y redactor jefe de Nacional- y actual subdirector del diario on line El Confidencial, relata en su último libro Los Nuevos Amos de España, editado por La Esfera de los Libros, cómo nuestro país se ha convertido en una de las economías más potentes gracias a estos «nuevos ricos».


Pregunta.- ¿Por qué surge lo que usted denomina una «nueva clase empresarial»?


Respuesta.- Se trata de una aristocracia económica que ha emergido en un nuevo escenario económico que no existía antes. Surge por el fuerte crecimiento económico de los últimos años y porque el Estado se ha retirado de muchas actividades empresariales que antes ejercía. Es decir, la liberalización económica ha creado una nueva burguesía impensable hace 30 años.


P.- ¿En su opinión, quién se ha beneficiado más de esta situación?


R.- Sobre todo empresas concesionarias de servicios públicos, básicamente en manos de las constructoras, que son hoy las que, de alguna manera, controlan el país.


P.- En su libro menciona apellidos precisamente muy relacionados con ese sector, como Entrecanales, Pérez (Florentino), Del Rivero, Koplowitz...


R.- Los nombres son lo de menos, ya que el libro no habla de individuos, sino que explica por qué y cómo se ha llegado a esta situación. Por ejemplo, Amancio Ortega ha podido construir su fortuna gracias a un proceso macroeconómico que le ha permitido importar textil de China. Probablemente, si Ortega hubiera querido montar Zara en los años 50, no lo hubiera podido hacer.


P.- ¿Verdaderamente estas personas controlan la economía del país?


R.- Sí. Antes era el Estado o las empresas públicas los que manejaban el día a día de la economía española. Hoy son empresas con nombres y apellidos. El proceso de desamortización de España ha sido de los más importantes del mundo.


P.- ¿Surgirán «nuevos amos del país» en el futuro?


R.- Va a ser difícil, no creo que se den unos cambios tan radicales como los producidos hace 15 años.

PVP: 23,00 €
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EL LOBBY JUDÍO

EL LOBBY JUDÍO

Pyre INFO 007.- Alfonso Torres ha escrito una reportaje sobre la comunidad judía en la España actual, sus áreas de influencia, su peso real y sus perspectivas en la sociedad, pero también una historia del antisemitismo en España. Ni el propio Osama Bin Laden imaginó los efectos colaterales que producirían los atentados cometidos en Nueva York, cuando estrelló sus comandos suicidas contra las Torres Gemelas. Aquel acto terrorista confirió un dramatismo particular a las comunidades judías del todo el mundo, las cuales se sintieron más amenazadas que nunca por las evidentes connotaciones políticas y religiosas del ataque. Si a esta situación se suma el agravamiento de la crisis entre Israel y Palestina, que ha generado una ola de antisemitismo sin precedentes en la Europa moderna, era normal que todo ello hubiese acabado —como ha ocurrido— motivando el interés de los españoles por sus judíos y amenazando con despertar al león dormido que suponen las aparentemente tranquilas relaciones entre España e Israel.

PVP: 23,00 €
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España, donde mejor se debería conocer a los judíos por haber sido la cuna de Sefarad y donde millones de ciudadanos cuentan con antepasados hebreos, paradójicamente es uno de los países donde menos se sabe de su historia y su realidad actual; de su número y su plena integración a la sociedad española nuestro tiempo; la forma en que en luchan contra el fenómeno de la asimilación para mantener viva la estirpe de David; los personajes no judíos que más se relacionan con ellos, sus esfuerzos por la paz en Oriente Próximo, y sus aportaciones a la cultura y al desarrollo económico del país.

De todo ello se ocupa El lobby judío, un libro que, de paso, intenta deshacer algunos de los mitos antijudíos más enraizados en España, como es la creencia de que los judíos, sin excepción, son ricos, avaros y ortodoxos. Pero sobre todo, este libro desea poner fin a la falsa e injusta idea de que los hebreos españoles forman un grupo compacto de presión para la defensa de sus intereses económicos, "porque sólo reconocen dos patrias: el dinero e Israel".

Fragmentos de la obra

I. Una cultura milenaria

El desembarco

Aunque se trata de un asunto de máxima actualidad en nuestros días, la historia que se cuenta en estas páginas empezó hace muchos siglos, cuando la Península ibérica era una vasta extensión de praderas y montañas en estado casi salvaje, habitada por pueblos indígenas de los que apenas se tiene conocimiento. Se trata de una historia ligada a los tiempos remotos en que llegaron a España los primeros "inmigrantes", procedentes del Mediterráneo oriental, los cuales, sin siquiera imaginarlo, trajeron el germen de una cultura poderosa, la única que en Europa ha sobrevivido a invasiones, guerras y catástrofes, y que no ha podido ser destruida por tiranías ni dictaduras militares, pese a las matanzas masivas, a las dentelladas del nacismo y las persecuciones de que ha sido objeto.

Corrían los últimos años del siglo x a.C., cuando a las playas del sur de lo que hoy se conoce como la piel de toro, llegaron unos marineros fenicios, junto a los griegos y a los cartagineses, los más antiguos colonizadores de la Península ibérica. Una vez establecidos en lo que pasó a ser su nuevo territorio, los fenicios fundaron la localidad andaluza de Gadir (Cádiz), al tiempo que multiplicaron sus asentamientos en diversos puntos de la costa de Málaga y de Granada.

Intrépidos viajeros e intuitivos mercaderes en un escenario en el que se luchaba literalmente a brazo partido por el control del mar Mediterráneo, a los navegantes fenicios, los primeros en poner pie al sur de la península, les movía ante todo un interés comercial; la búsqueda de metales, como cobre y plata, muy abundantes por entonces en el subsuelo de Iberia. Sin embargo, no todos aquellos originarios pobladores del futuro reino de España eran unos simples colonos dedicados a la guerra, la minería o el comercio marítimo. Algunos de ellos eran además fervorosos practicantes de uno de los credos religiosos más antiguos del mundo: el judaísmo, una de las culturas milenarias más ricas y profundas, pero también una de las más perseguidas y controvertidas de todos los tiempos.

De aquellos primeros judíos que llegaron a la Península ibérica en los barcos de los exploradores fenicios sólo existen conjeturas, pero su presencia se ha hecho más patente para los historiadores a partir de la segunda mitad de siglo ii a.C., cuando los gobernantes de Roma se lanzaron a "pacificar Hispania", dando paso a un largo y complejo proceso bélico de conquistas. El desembarco de aquellos hebreos en la Península ibérica marcó el inicio de una de las mayores aventuras protagonizadas por la humanidad: el sefardismo, la formidable aportación cultural, científica, económica y religiosa del pueblo judío originario de España… o de Sefarad, como preferían denominarla en su idioma los descendientes de la estirpe de David.

En Hispania, que comenzó siendo para los romanos una gran proveedora de materias primas, especialmente metales, pero también de esclavos y de soldados, la resistencia a la dominación del Imperio, no evitó que muchas de las grandes ciudades españolas hayan tenido origen en colonias romanas: Corduba (Córdoba), Hispalis (Sevilla), Pompaelo (Pamplona), Emerita Augusta (Mérida), Caesar Augusta (Zaragoza)… Además de guerreros, a muchas de aquellas localidades llegaron hombres de negocios, artesanos y colonos, entre ellos numerosos judíos, que generalmente acompañaban o seguían a los ejércitos con el fin de aprovechar las riquezas de los nuevos territorios.

Coincidiendo con establecimiento y la expansión del Imperio romano, en el seno del judaísmo surgió una nueva religión: el cristianismo, que fue predicada por Jesús de Nazaret, un profeta judío nacido en Israel que se consideraba el Mesías —el hijo de Dios— pero que no fue aceptado como tal por los practicantes de la fe mosaica. El cristianismo, que inicialmente fue difundido por los seguidores de Jesús, todos ellos también judíos, llegó a Roma como una religión oriental de misterios y a partir de ahí se produjo su entrada en España.

La aparición del cristianismo y su posterior implantación fue sin duda el acontecimiento histórico más trascendental ocurrido dentro de las amplísimas fronteras del Imperio romano, y para el pueblo judío uno de los factores determinantes en su devenir histórico. De hecho, en palabras del profesor Henry Méchoulan, "España engendró un tipo particular de judío que aumentó su fuerza y enriqueció su saber gracias al encuentro con dos civilizaciones, dos religiones, dos mundos: el cristiano y el musulmán".

Sin pretenderlo, a la difusión del cristianismo también contribuyó la diáspora del pueblo judío, como se denomina a la diseminación de los hebreos por toda la extensión del mundo antiguo, especialmente intensa desde el siglo III a.C. Numerosos judíos que se habían repartido por las ciudades de todo el Imperio romano, y que como hebreos ya estaban iniciados en el mensaje religioso del Antiguo Testamento, se convirtieron en seguidores de los primeros predicadores cristianos, buena parte de los cuales, a su vez, eran también antiguos judíos.

Cuando en el año 380 el emperador Teodosio, proclamó el cristianismo como religión oficial del Imperio romano, la Iglesia, para asegurar su expansión, empezó a plantear que era obligación de las autoridades civiles castigar la herejía. A partir de ese momento la situación de los judíos empeoró, debido a la promulgación de leyes humillantes y restrictivas que de inmediato surtieron efecto en todos los confines del Imperio, en los que también había presencia hebrea. Para entonces los judíos radicados en la Península ibérica ya habían organizado sus comunidades en localidades como las actuales Ibiza, Mallorca, Tarragona, Mataró, Játiva, Elche, Cartagena, Adra, Granada, Lebrija, Alcalá del Río, Segóbriga, Ávila y Astorga, por citar sólo algunas de las más importantes.

Hacia el siglo v recorrieron la península diversos pueblos bárbaros. De ellos, los más numerosos y romanizados fueron los visigodos, que no llegaron como invasores sino apoyados en un foedus acordado con Roma, por lo que inicialmente fueron considerados un ejército del Imperio. Eran pocos, unos cien mil, comparados con la población hispanorromana, que rondaba los cuatro millones de personas, pero, cuando a finales del siglo v el Imperio romano se disolvió, se convirtieron en la única autoridad; establecieron su capital en Toledo y se dispusieron a crear un Estado propio; un reino en el que la Iglesia acaparó un importante poder político y cultural.

De aquella época es un relato incluido por el periodista Pere Bonnín en su libro Sangre Judía, según el cual las persecuciones visigodas obligaron a algunas familias judías a buscar refugio en la isla de Menorca, donde fueron masacradas junto a los hebreos locales, en un acto que fue calificado como una "gran victoria" del cristianismo por el obispo Severo, en una carta pastoral escrita en el año 418. "Aprovechando una algarada callejera contra los judíos, provocada y atizada por el mismo prelado —explica Bonnín—, los revoltosos incendiaron la sinagoga y mataron a un buen número de judíos, principalmente mujeres. Sólo unos pocos consiguieron salvar su vida escondiéndose en bosques y cuevas". El obispo señaló al final de su carta que poco después de la matanza, quinientos cuarenta judíos se habían convertido "milagrosamente".

Los reyes visigodos, con los cuales la Iglesia llegó a presidir todos los estamentos sociales más influyentes, contaban con un consejo asesor, el Aula Regia, formado por nobles y obispos. Pero los concilios, reuniones de los obispos que presidía el rey, imponían también sus criterios políticos. Cuando en el año 589 el hijo del rey Leovigildo, Recadero —y con él todos los visigodos— abandonó el arrianismo 4 y se convirtió al cristianismo en el III Concilio de Toledo, la situación para los judíos se complicó todavía más. Se les prohibió la celebración de la Pascua y la circuncisión, y llegó un momento en que ni siquiera les estaba permitido casarse entre ellos por el rito judío. En un intento de cortar por lo sano los gobernantes visigodos ordenaron que los niños judíos fueran apartados de sus padres para ser educados en la religión cristiana y aislaron forzosamente de sus parientes a los hebreos conversos.

En tales condiciones no es extraño que el rey Sisebuto haya perseguido con extraordinaria saña a arrianos y judíos, ni que después Recesvinto, hacia el año 654, ordenase el bautismo de todos los hebreos radicados en su territorio, norma que llevaba aparejado el decreto de libertad de sus esclavos y la expulsión de los recalcitrantes. De ahí a que en el 695 fueran confiscados, por ley, los bienes de los judíos, sólo hubo un paso.

 

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CON AZNAR Y CONTRA AZNAR

CON AZNAR Y CONTRA AZNAR

Pyre INFO 006.- Es curioso que la “bestia negra” de la izquierda sea un antiguo militante de izquierdas. En efecto, Federico Jiménez Losantos militó en la Organización Comunista Bandera Roja, creada por Solé Turá en la universidad de Barcelona… y colaboró con las distintas publicaciones de la izquierda intelectual de la época (especialmente con “El Viejo Topo”) hasta que, siguiendo una evolución coherente hacia posiciones liberales se enfrentó con sus antiguos camaradas, devenidos funcionarios socialistas y, finalmente, se hiciera acreedor de un tiro en la pierna a manos de un payaso de Terra Lliure. La izquierda suele tener a Losantos como una especie de ala derecha del PP… en absoluto. Losantos es de ideología liberal y nunca ha sido un periodista en nómina del PP. La independencia en este país de “dependientes” está mal vista. No es raro que Losantos se beneficie hoy del resentimiento más que visceral de presuntos “independientes” (Luis del Olmo, el que fuera “dependiente” de Pujol antes de caer en el olvido radiofónico y Buenafuente, ese individuo vacío y bufonesco cuyas bromas van hacia donde sopla el viento). En esta obra, Losantos manifiesta un elevado grado de ecuanimidad en relación a Aznar. Ni es una exaltación fuera de toda medida, ni una denigración absoluta. Hay un esfuerzo de objetividad.

 

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Federico Jiménez Losantos es, desde hace veinte años, uno de los creadores de opinión más influyentes de España. Intelectual, poeta y ensayista, entre sus libros destacan “Lo que queda de España”, “La dictadura silenciosa”, “Los nuestros” o “Poesía perdida”. Pero debe su popularidad a una infatigable actividad periodística, tan discutida como premiada. Director de la revista de pensamiento “La Ilustración Liberal” y editor del diario en Internet “Libertad Digital”, su columna de “El Mundo”, su página de “Época” y sus cuatro horas diarias de radio al frente de “La Linterna” en la cadena COPE son una referencia política inexcusable, especialmente en el centro-derecha nacional.

Desde esa posición de privilegio y responsabilidad influyó de forma indudable en la creación y afianzamiento de la línea liberal que, con Aznar como líder, acabó con las viejas tradiciones de la derecha y los largos años de hegemonía socialista. La crítica diaria contra los gobiernos de González fue recogida por el autor en “Contra el Felipismo” (1993 y 1996), un gran éxito editorial. Pero aún es más apasionante seguir a través de la misma prosa acerada y brillante la creación casi de la nada de la nueva derecha española, hoy en el Poder. Jiménez Losantos fue –como testimonian estos artículos y ensayos– el primero y más constante defensor del discutido liderazgo de Aznar, hasta que llegó a la Moncloa. Pero luego ha sabido mantener una independencia profesional y una distancia crítica insobornables, ser tan leal a los principios como severo ante las lagunas éticas, el oportunismo ideológico o los errores y abusos de poder del Gobierno y del propio Presidente. Y también establece aquí primeras valoraciones de su aportación histórica.
“Con Aznar y contra Aznar” es una valiosísima aproximación a la historia viva de nuestro país y un impresionante testimonio de coherencia intelectual y de la pasión por España y por la libertad que anima toda la obra de su autor.

 

ACOGIDA DEL LIBRO

"FJL ha reunido un buen libro agavillando lo general con lo subjetivo". Francisco Umbral, "El Mundo".

"Sólo los lacayos o los sicarios están al 100% con un gobernante y al 100% contra los que se oponen a él". Pedro J. Ramírez.

"Este libro contiene apreciaciones brillantes, detalles fulgurantes que iluminan y dan profundidad a la política española y a sus protagonistas", Bernabé Sarabia, "El Cultural".

Jiménez Losantos el 'elmundo.es'

¿Con Aznar o contra Aznar? ¿Y Con Aznar y contra Aznar al mismo tiempo? Federico Jiménez Losantos, que ha acudido a un encuentro digital en Edmundo.es, salta de la columna de sus comentarios liberales a las páginas de un nuevo libro para poner en su sitio la gestión del Partido Popular durante su periodo en el poder.

Federico Jiménez Losantos es, desde hace veinte años, uno de los creadores de opinión más influyentes de España. Intelectual, poeta y ensayista, entre sus libros destacan “Lo que queda de España”, “La dictadura silenciosa”, “Los nuestros” o “Poesía perdida”. Pero debe su popularidad a una infatigable actividad periodística, tan discutida como premiada. Director de la revista de pensamiento “La Ilustración Liberal” y editor del diario en Internet “Libertad Digital”, su columna de “El Mundo”, su página de “Época” y sus cuatro horas diarias de radio al frente de “La Linterna” en la cadena COPE son una referencia política inexcusable, especialmente en el centro-derecha nacional.

Desde esa posición de privilegio y responsabilidad influyó de forma indudable en la creación y afianzamiento de la línea liberal que, con Aznar como líder, acabó con las viejas tradiciones de la derecha y los largos años de hegemonía socialista. La crítica diaria contra los gobiernos de González fue recogida por el autor en “Contra el Felipismo” (1993 y 1996), un gran éxito editorial. Pero aún es más apasionante seguir a través de la misma prosa acerada y brillante la creación casi de la nada de la nueva derecha española, hoy en el Poder. Jiménez Losantos fue –como testimonian estos artículos y ensayos– el primero y más constante defensor del discutido liderazgo de Aznar, hasta que llegó a la Moncloa. Pero luego ha sabido mantener una independencia profesional y una distancia crítica insobornables, ser tan leal a los principios como severo ante las lagunas éticas, el oportunismo ideológico o los errores y abusos de poder del Gobierno y del propio Presidente. Y también establece aquí primeras valoraciones de su aportación histórica.

“Con Aznar y contra Aznar” es una valiosísima aproximación a la historia viva de nuestro país y un impresionante testimonio de coherencia intelectual y de la pasión por España y por la libertad que anima toda la obra de su autor.

Fragmento de la obra

PRÓLOGO
Desde 1987 hasta 2002 he escrito centenares de artículos, ensayos y comentarios para prensa, radio y televisión sobre José María Aznar. Demasiados, sin duda, si uno pudiera elegir tiempo, lugar, gobiernos y gobernantes para amenizar sus escritos políticos. Pero en ciertos países y en ciertas épocas la política es destino antes que opción y obligación antes que devoción. Y como además padezco la manía, propia de intelectual antiguo, de creer que las ideas y los valores deben primar siempre sobre las apariencias y los personalismos, tanto artículo desembocó en ensayo, y artículos y ensayos han terminado en libro. Pero todo empezó cierto día de otoño de 1987, cuando desde las serias columnas de ‘ABC’, y a riesgo de ser tomado por loco, sugerí que cierto oscuro político de oscuro verbo bajo oscuro bigote y oscuro loden verde había llegado a la devaluada Presidencia de Castilla y León podía ser el hombre llamado a iluminar el destino de la derecha española, más oscuro por entonces que el reinado de Witiza y que mi propio candidato, un tal José María Aznar López.


Movido por ese impulso típicamente suicida de los literatos aficionados a la política, no me limité a glosar sus primeros pasos en el modesto poder regional, caridad que entonces no se le negaba a nadie, sino que lo proclamé después el sansoncito capaz de levantar sobre los escombros apenas humeantes de la derecha española una fuerza política que pudiera ganarle las elecciones al PSOE de Felipe González, que en aquel otoño de 1987 disfrutaba del segundo año de su segunda mayoría absoluta, fenómeno terrorífico que según todos los expertos habría de repetirse muchas veces más, hasta finiquitar el siglo, el milenio y los Presupuestos del Tiempo todo.


El comprensible pavor liberal ante la perspectiva de un socialismo con ínfulas de eternidad no me llevó a la desesperación, ni siquiera al felipismo, astuta solución que adoptó el liberalismo egipcio o de bolsillo por aquel entonces. Antes bien, reforzó mi nativa tozudez. Así mantuve mi apuesta por Aznar durante largos años adustos e interminables, contra viento y marea, contra extraños y sobre todo contra propios, siete años en la oposición frente al Gobierno y seis años en el Gobierno frente a la oposición. Pero, naturalmente, reservándome la libertad y el legítimo derecho de criticarle cuando me parecía que erraba o faltaba a sus promesas políticas y apoyándole cuando creía que acertaba o que, al menos, trataba de cumplirlas. Así, hasta hoy. Pero nunca he militado en el PP, nunca colaboré con el equipo de Aznar en la oposición y tampoco le debo cargo, sueldo o distinción algunos desde que llegó a La Moncloa. Si la aparición en TVE es el termómetro del favor del Gobierno de España —y hay motivos de sobra para suponerlo— puedo decir que los telechicos de mi «enemigo» González me trataron algo mejor que los de mi «amigo» Aznar. En los trece años del PSOE me invitaron una sola vez, que recuerde, a un debate político. En los seis años del PP, ninguna.

Tal vez por aquella otoñal adivinación del futuro político de Aznar; acaso por mi obstinación en defenderle incluso en momentos en los que parecía que en su liderazgo sobre la derecha española sólo creíamos su señora, cuatro amigos, y yo; quizá también por la cercanía personal que suelen propiciar esas situaciones de cerco y soledad; y, sobre todo, por haber seguido ejerciendo el periodismo político a diario, teniendo a veces que cambiar de medio por no querer cambiar de ideas (con Aznar en el poder más aún que con González) Ymelda Navajo, editora de los tres libros críticos que dediqué a los gobiernos del PSOE (‘La dictadura silenciosa’, ‘Contra el felipismo’ y ‘Crónicas del acabose’) venía reprochándome que, en justa correspondencia («es simplemente tu obligación», repite), no escribiese «el libro de Aznar», es decir, una biografía política y, como prefacio, una antología de textos como ‘Contra el felipismo’, que supusiera un prepaso pormenorizado de los éxitos y fracasos, aciertos y errores de Aznar en sus años de Gobierno, aparentemente más sosegados pero no menos ricos en sucesos y conflictos que sus años de oposición.

A la biografía política de Aznar me resisto temporalmente, hasta que tenga sucesor. A media legislatura, incluido el semestre de la Presidencia europea, quedaba pendiente un asunto de la máxima importancia para establecer un perfil aproximadamente definitivo del personaje: su posible retirada voluntaria como candidato a La Moncloa y como presidente del PP. Ya está resuelto de la forma conocida y que se recoge en la última parte del libro. Sin embargo, antes de que se despejara esa incógnita creada por el propio Aznar y después de la mayoría absoluta lograda en el 2000, había comenzado ya a poner por escrito lo que considero una obligación moral e intelectual insoslayable: explicar el papel de Aznar en la historia reciente de España y sobre todo —porque es lo que mejor conozco, he participado en ello a fondo y se está olvidando vertiginosamente— cuáles fueron las ideas y valores sobre los que Aznar forjó una derecha política totalmente distinta de la que prevalecía en España desde hace un siglo. Hacer un primer arqueo de lo que sobre estas ideas, con Aznar de por medio, he escrito en todos estos años es el propósito de este libro.


Vaya por delante que no reivindico ningún protagonismo ni me atribuyo papel alguno en la llegada de Aznar al poder. Incluso me parece matizable la opinión, generalmente admitida, del papel clave jugado por unos pocos pero influyentes medios de comunicación —donde sí tuve serias responsabilidades, que desempeñé lo mejor que supe— en el costosísimo desalojo democrático del Gobierno del PSOE. Naturalmente, como los gobernantes socialistas, sus aliados nacionalistas y sus protectores mediáticos se negaban a que se produjera un relevo en el poder a pesar de llevar disfrutándolo sin control y sin trabas durante trece largos años y de haber agotado hasta el último vestigio de su proyecto político (a cambio, tenían razones para temer que podían salir del Gobierno y entrar en la cárcel), el cambio de Gobierno fue traumático y el papel de los pocos medios de opinión radicalmente críticos con el felipismo fue necesariamente esencial.


¿Pero es que en un país que aspira a ser libre las cosas son, deben ser y pueden ser de otra manera? En los medios de comunicación es donde se crea, se agita y se condensa la conciencia cívica, en ellos germinan las ideas que, tras ir ganando poco a poco terreno en la sociedad, superando rechazos y concitando adhesiones, acaban por traducirse en votos. Los «creadores de opinión» debemos esforzarnos, o simplemente esmerarnos, en defender lo mejor posible las ideas, los valores y principios que son los nuestros, independientemente del partido que en cada momento ocupe el Gobierno o la oposición, porque, aunque los hechos lo desmientan cada día con crudeza, representamos o deberíamos representar siempre a la sociedad (a una parte de ella) frente al Gobierno, y no, como suelen pretender y a menudo conseguir los gobernantes, al Gobierno frente a la sociedad.


Esa libertad de opinión en la sociedad libre —que es la simple coexistencia pacífica de opiniones diversas, no una pretendida síntesis que las resuma, supere y, fatalmente, anule— debe ser permanente por la misma razón que los gobiernos deben ser transitorios: porque es la sociedad —al menos eso defendemos los liberales— la que debe hacer y deshacer gobiernos y no los gobiernos los que hagan y deshagan las sociedades. Y por eso mismo la función de los medios de comunicación no debe ser la de transmitir la opinión, léase consigna, del Gobierno o de la oposición, aunque, como es lógico, puedan a veces coincidir. Lo que no puede coincidir es su función sin que se desnaturalice la de ambos. Y, sin embargo, esa libertad de acertar o equivocarse por cuenta propia, que siempre ha sido un bien escaso, hoy que aparentemente dispone de más medios materiales que nunca para asentarse y cumplir a maravilla su tarea, empieza a ser no ya rara sino prácticamente inencontrable. Entre la concentración de medios (los llamados multimedia, tan multimediatizados) y lo mucho que siempre se concentra el Poder en controlarlos, uno no deja de recordar aquella frase de ‘La democracia en América’: «Creo que en cualquier época yo habría amado la libertad, pero en los tiempos que corremos me inclino a adorarla.» Confieso compartir esa idolatría. «España va bien», seguramente, y así nos lo repite el Gobierno pero, en lo que a libertad se refiere, Aznar no nos ha permitido olvidar ni un solo día a Tocqueville.

PERFIL DEL AUTOR:

Federico Jiménez Losantos nace en Orihuela del Tremedal (Teruel) el 15 de septiembre de 1951. A los diez años gana una beca que le permite estudiar interno el bachillerato en Teruel y cursa después la carrera de Filología Hispánica en Zaragoza y Barcelona, licenciándose con una tesis sobre los esperpentos de Valle-Inclán. En sus años universitarios milita activamente en la clandestina izquierda antifranquista (OCE Bandera Roja y PSUC) y estudia arte y psicoanálisis -es uno de los fundadores de la Biblioteca Freudiana de Barcelona-. En su Universidad Central funda "Revista de Literatura" y posteriormente "Diwan", revista de pensamiento sobre política, filosofía, literatura y psicoanálisis.

En 1979 gana el premio de ensayo El Viejo Topo con «La cultura española y el nacionalismo» y publica "Lo que queda de España", cuyas tesis en defensa de los derechos culturales de los castellano-hablantes y sus críticas a la izquierda entregada al nacionalismo lo convierten en el centro de una virulenta polémica. En 1981 es objeto de un secuestro y atentado a manos de los pistoleros de la banda terrorista Terra Lliure. Un año después, tras abandonar "El País", comienza en Madrid su espectacular carrera en la prensa escrita: jefe de opinión de "Diario 16"; comentarista en "Cambio 16" y "Época"; columnista político en "ABC" durante diez años; y de “El Mundo” hasta hoy.

En la radio es el comentarista político de Antonio Herrero desde el comienzo de "El primero de la mañana" en Antena 3. También colabora con José Luis Balbín en "Hora cero" y con Luis del Olmo en "Protagonistas". Al llegar la televisión privada es el comentarista político del noticiario de Luis Herrero en Antena 3 TV, donde en 1992 dirige y presenta "Historia de los judíos españoles". Junto a Antonio, Luis y José María García es expulsado de Antena 3 tras el «antenicidio» polanquista y recala en la COPE. En 1998 asume la dirección de "La linterna" y en 2003 la de “La mañana”. Entre dos y tres millones de personas siguen cada día su programa, el más importante de la radio española. Es fundador y director de la revista “La ilustración liberal”, editor del diario en Internet "Libertad digital" y consejero delegado de Libertad Digital TV.

Entre otros galardones, ha obtenido el Premio Continente de Periodismo, el Premio de Periodismo del Parlamento Europeo, el Premio González Ruano, el Micrófono de Plata y el premio de ensayo "Espejo de España". Su libro "La dictadura silenciosa", que desvela los peligros de la democracia en España tanto en lo político como en lo cultural y mediático, fue un extraordinario éxito de ventas, al que siguieron "Contra el felipismo", "Crónicas del acabose", "La última salida de Manuel Azaña", "Poesía perdida", "Los nuestros", "El adiós de Aznar", "España y Libertad", "Con Aznar y contra Aznar" y "Federico responde: los chats en Libertad Digital".

 

 

PVP: 18,00 €

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PATRIOTAS QUE HICIERON ESPAÑA

PATRIOTAS QUE HICIERON ESPAÑA

Pyre INFO 005.- Estamos en plena revisión de la “memoria histórica”… así que “revisemos” lo que haya que revisar. Este libro de Vaca de Osma nos plantea una revisión de nuestra historia a través de aquellas figuras históricas “que hicieron España”. Vale la pena leerlo para recordar que pertenecemos a una de las naciones más antiguas de Occidente, que no tenemos nada de lo que avergonzarnos y que generaciones y generaciones de españoles han contribuido a crear lo que hoy tenemos: una Nación. A partir de aquí, resulta evidente que un patrimonio no se dilapida, sino que se refuerza y se complementa. A nadie se le escapa que la mayor miseria del gobierno ZP consiste en intentar liquidar ese patrimonio. Esa también será su mayor responsabilidad histórica y por eso irá directo a la cloaca de la historia. Este libro, nos recuerda los mejores momentos de nuestra historia a través de los personajes más brillantes de la misma en todos los terrenos.

PVP: 22,00

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Según el Diccionario de la Real Academia Española, patriota es la «persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien». Partiendo de esta idea, José Antonio Vaca de Osma lleva a cabo en este libro un inventario apasionado de los españoles que, a lo largo de los siglos, han contribuido de modo especial a hacer patria.


Científicos, artistas, políticos, escritores, filósofos, profesores, músicos, deportistas... Todos tienen en común haber demostrado su insobornable patriotismo: en sus acciones predomina todo aquello que resalta el valor y el sentido de la patria; con el escepticismo inteligente necesario, incluso a veces con espíritu crítico y decepcionado, pero incidiendo siempre en la versión positiva o esperanzada, es decir, en la versión creativa, resaltando la impresión victoriosa y no la derrotista.


En estas páginas encontrará el lector cientos de nombres de patriotas: sabios ilustres, desde San Isidoro de Sevilla a Claudio Sánchez-Albornoz; monarcas gloriosos como Alfonso X, los Reyes Católicos o Felipe II; escritores que inmortalizan las hazañas de nuestra nación como Lope de Vega, Tirso de Molina o Calderón de la Barca... Y una larga lista de personajes que han brindado su aportación imprescindible para construir España. Como decía Cánovas del Castillo, hay que estar con la patria con razón o sin razón; ejercer un patriotismo fuerte y activo, como el que pedía Ramón y Cajal, orientado hacia el porvenir; y práctico, como el que pedía Joaquín Costa, con una alegre disposición capaz de imponerse al pesimismo y hacer participar a todos.

Fragmentos de la obra:

Capítulo I

CONCEPTO GENERAL Y SIGNIFICACIÓN ESPAÑOLA


En España tenemos la mala costumbre de exagerarlo todo. La actual crisis de valores ha llegado en este aspecto a extremos inconcebibles. No se trata de una crisis espontánea, sino bien dirigida y fomentada.

En estos días se está escribiendo mucho sobre cuestiones semánticas, el valor, interpretación y olvido de determinadas palabras. Entre las mayores víctimas de esa clase de valores, en este caso de tergiversación y olvido, figura la palabra y su derivada . Se habla de país, de pueblo, de comunidades, de ciudadanía... palabras a veces mal empleadas pero en sí muy dignas. Sin embargo, ninguna de ellas puede sustituir plenamente a la palabra en cualquiera de sus acepciones. Dudo que hoy aparezca en todo su valor en los textos oficiales, por ejemplo en esos engendros que se preparan para el ingreso en la Carrera Diplomática.


La Real Academia Española definió así la palabra en su diccionario clásico de 1925: . Y una segunda acepción: . Esta definición ha sido modificada en la edición de 1987 de un modo bastante significativo: . La segunda acepción no varía.


Por lo pronto, en cualquier sentido aparece el término como indispensable. Sin nación no hay patria y parece también que sin patria no hay nación. Creo que la idea de patria, en su sentido más vulgar y popular, va más allá.


Para el homínido, incluso para el chimpancé o el gorila, hoy tan cómicamente humanizados por nuestros darwinistas políticos de última hora, patria es su árbol o sus árboles, el territorio que han delimitado, incluso por medios orgánicos. En este aspecto, no digamos en la prehistoria o en la protohistoria: mi patria es mi prado, mi ganado, mi cueva de Atapuerca. Y unas ideas muy primitivas pero siempre válidas: allí donde yo nací, donde nacerán mis hijos y donde yacen nuestros padres, el cementerio como fase final del patriotismo en lo material y muchas veces en lo espiritual.


En este sentido avanzado podemos hablar de estos conceptos como sentimientos humanos, no como creaciones político-jurídicas, mucho antes de la concreción de la idea de nación, que es la que aquí nos interesa, porque vamos a tratar del patriotismo español, enlazando muy diversas expresiones del mismo. Muchas de ellas egregias desde hace siglos, algunas de tiempos en que España todavía no existía como nación-Estado, a pesar de haber sido los primeros como tales en toda Europa.


Hace pocos días se ha publicado un libro sobre los perdedores de la historia de España (Fernando García de Cortázar, Barcelona, Planeta, 2006). No quiere ser éste que hoy escribo ni una refutación ni una versión contraria, es decir, algo así como los vencedores de la historia de España, sino la de aquellos que expresaron la parte positiva del pasado y del presente, con claridad, sin ceguera, sin patrioterismos, con todo el escepticismo inteligente necesario, pero expresando siempre la versión positiva o esperanzada; es decir, la versión creativa, y resaltando la impresión victoriosa y no la derrotista, lo que con fortuna se da con frecuencia en los grandes escritores cuando rememoran las grandezas de nuestro glorioso pasado.


Buenos patriotas fueron muchos de esos perdedores de la Historia de España, no todos ellos olvidados, ni mucho menos, y tampoco tan perdedores como se nos quieren presentar en recientes y muy interesantes estudios.


Aquí nos interesa la parte valiosa de su patriotismo, a veces tan español por su sentido crítico y decepcionado. Vencedores en ese aspecto fueron varios de los grandes arbitristas del siglo XVII y de los ilustrados del siglo XVIII. Ya lo iremos viendo. La huella que han ido dejando en nuestra historia es bien positiva, fueran cuales fueran los hechos posteriores.


Claro es que en este libro va a predominar lo optimista, lo constructivo, todo lo que resalte el valor y el sentido de la patria. No queremos caer en neutralidades que no sean fuertes, ni en indiferencias cansinas o , ni en internacionalismos oportunistas, ni en alianzas civilizadoras ilusorias.


Insistimos en la vigencia de la palabra , en revalorizarla sin partidismos políticos, fijando también claramente que nación y patria son dos conceptos grandes, simultáneos y omnicomprensivos. Una patria que confirma en sí misma la unidad de España, cuyas comunidades son todas históricas, no ésta o aquélla, sino todas. Y que otras palabras están siendo utilizadas con un sentido deformado, como , abstracción oportunista, para echar agua al vino del separatismo.


Insisto sobre el concepto y la significación del patriotismo español. Éste no supone en modo alguno incompatibilidad con el amor al terruño, el hablar una lengua o un dialecto distintos, el mirar a la luna al pie del campanario del pueblo, incluso unas peculiaridades culturales propias.


El patriotismo es algo telúrico que va más allá y que sólo se siente del todo en la ausencia. Hay que estar con la patria con razón o sin razón, como decía Cánovas del Castillo, un patriotismo fuerte y activo, como el que pedía Ramón y Cajal, orientado hacia el porvenir, que sea práctico, como el que pedía Joaquín Costa, escuela y despensa, con una alegre disposición capaz de imponerse al pesimismo para vencerlo y hacer participar a todos en el honor esforzado de los vencedores.


El patriotismo, refiriéndonos al de los supuestos perdedores, se impone a sí mismo. Sabe casi siempre que no va a triunfar, pero no le importa. Ha hecho todo lo que le era posible. A la larga la posteridad le dará la satisfacción de que se sepa que su esfuerzo no ha sido baldío.


No es incompatible tampoco el afán patriótico con el deseo y la lucha por la fama en el honor propio. Hasta es lógico que vayan unidos. La elegancia moral del patriotismo es que esa victoria íntima sea consecuencia de la entrega al servicio de la patria. Un sentimiento que, de Rubén Darío a Vázquez de Mella, por citar dos ejemplos, se concibe como una comunidad moral e histórica de la que somos una parte. pequeña es la Patria, uno grande la sueña. Mis ilusiones, y mis deseos, y mis esperanzas, me dicen que no hay patria pequeña, escribe Rubén Darío.


En contra de cierta idea pesimista de algunos , hay conceptos y valores que no sólo no abruman, sino que estimulan y afirman el patriotismo. Acusan de ello al trono y al altar, en el terreno anímico de los que forman parte de la ideología conservadora. Es tan falso y frágil este argumento como cargar las culpas a la trilogía laica y revolucionaria de igualdad, libertad y fraternidad. El patriotismo es un sentimiento continuo, como una glándula indispensable para la vida, que se exterioriza y se expresa en determinados momentos de exaltación, lo que no quiere decir que sea en sí pacífico y tranquilo y que no tenga momentos de depresión, de frialdad, incluso de decepción desilusionada. Si es auténtico, desde el fondo de la crisis, acabará por renacer.


El patriotismo no es un producto de la sociedad ni del Estado. Es anterior y superior, a la vez colectivo en lo social e individual en lo político. El que suponga que es patriota dando preferencia a su vinculación política o partiendo de un relativismo anarquista está perdido; en un sentido moral, no es nada. Como el de los internacionalistas de o los que creen, como Blasco Ibáñez, que la patria es allí donde se hace fortuna. Son ideas comprensibles, con su faceta superficial no criticable, pero eso no es patriotismo, es otra cosa.


También se puede ser un gran filántropo o un santo elevado a los altares, pero eso tampoco lleva en sí el concepto de patria, aunque lo lógico es que haya una espléndida coincidencia en ambos casos. Cualquier buen patriota puede y debe ser un hombre de bien, y viceversa.

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ULTRACATALUNYA... la extrema-derech catalana tal cual es

ULTRACATALUNYA... la extrema-derech catalana tal cual es

Pyre INFO 004.- Obra subtitulada La extrema derecha en Catalunya: de la emergencia del búnker al rechazo a las mezquitas (1966-2006), cuyo autor, Xavier Casals se ha destacado en otras ocasiones como impenitente reconstructor de las andanzas de la extrema-derecha en Catalunya. Esta nueva obra viene a coronar una labor que se remonta ya a más de 15 años. El título es suficientemente elocuente: “Ultracatalunya”, mucho más, desde luego, que la portada, y, en cualquier caso, hace honor a su contenido. Ahora bien, nos equivocaríamos si viéramos en este trabajo una de las habituales obras "oportunistas" de tipo periodístico, elaboradas sin muho esfuerzo y que se limitan a reordenar datos ya conocidos y habitualmente exajerados. Esta obra tiene el marchamo de la investigación serena y unas conclusiones perfectamente estructuradas.

 

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El libro se cierra con diez tesis sobre la extrema-derecha. Sería ocioso repetirlas, pero, de entre todas, una nos llama particularmente la atención: la diferencia entre la extrema-derecha catalana y la extrema derecha española. La idea sería que los movimientos de renovación de la extrema-derecha se producen en Catalunya, en donde las condiciones de trabaja de la extrema-derecha, modelo celtibérico, apenas existen y en donde tampoco existe una situación de absoluta clandestinidad como en el País Vasco. Es ahí, en Catalunya, en donde la extrema-derecha habría percibido, mejor que en cualquier otro lugar del Estado, la necesidad de adoptar nuevos rumbos y ensayar nuevos caminos. Así pues, las posibilidades de renovación de la extrema-derecha procederían de Catalunya y solamente tendrían éxito cuando logran arraigar en Madrid. La exactitud de esta tesis puede ser cuestionada, pero es innegable que tiene cierto grado de verosimilitud.

Lo importante de la extrema-derecha catalana es lo significativo de su fragmentación. No es raro que el diario del Grupo Planeta, “Avui” haya comentado el libro de Casals con el siguiente rótulo:”Ultras para todos los gustos”. Con demasiada frecuencia la extrema-derecha catalana no solamente no ha percibido su estado de fragmentación sino que se ha sentido orgulloso de esta “riqueza”. No es raro que, desde los años 60, el papel de la extrema-derecha española haya sido irrelevante. Y, como máximo, lo que puede alardearse en su favor, es ese “espíritu renovador” que se ha producido, hay que recordarlo, en sectores muy minoritarios de este colectivo político.

El libro de Casals “barre”, capítulo a capítulo, los distintos sectores de la extrema-derecha, desde los sectores carlistas hasta la derecha liberal, incluidos el PP catalán y el PADE y desde el principio de los años 60 hasta las elecciones autonómicas catalanas de 2006. Particular interés, por lo desconocido y novedoso de las informaciones aportadas, es la extrema-derecha futbolística y, especialmente, sus antecedentes en la pre-guerra, especialmente la “Peña Ibérica”. Así mismo, Casals sostiene la similitud entre el “partido militar” que aparece en Catalunya entre principios de siglo y la dictadura de Primo de Rivera, y la situación de la extrema-derecha catalana en los últimos años del franquismo. Se trata de observaciones muy interesantes, especialmente, porque nunca hasta ahora habían sido puestas de manifiesto y muestran aspectos desconocidos de la extrema-derecha catalana.

El problema de este tipo de movimientos consiste en su “movilidad”. La falta de éxitos hace que las siglas aparezcan, actúen y mueran cuando sus integrantes perciben la imposibilidad de ir mucho más lejos de donde se ha llegado. Esas siglas son sustituidas por otras y así sucesivamente, reapareciendo algunos “routiers” y emergiendo líderes temporales que aparecen y desaparecen con relativa frecuencia.

Por lo que conocemos de la extrema-derecha catalana, todos los grupos analizados son los existentes y no hay más que los contenidos en el libro que, por lo demás, dedica las páginas justas a su importancia tanto renovadora como numérica. Hubiera sido de desear solamente un mayor detenimiento en las vicisitudes que tuvo la extrema derecha catalana en los años 60. Los datos aportados son significativos pero escasos, acaso porque muchos de los protagonistas, hoy con más de sesenta años, quieren hacer olvidar sus “pecadillos de juventud” y por que otros más ambiciosos, entraron primero en el circuito de a burocracia franquista y más tarde se reciclaron en el ámbito de UCD. La actividad de los grupos falangistas universitarios que pasaron a engrosar las filas de la extrema-izquierda durante la segunda mitad de los sesenta, es una veta de investigación todavía no explotada.

PVP: 24,00 €

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