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CON AZNAR Y CONTRA AZNAR

CON AZNAR Y CONTRA AZNAR

Pyre INFO 006.- Es curioso que la “bestia negra” de la izquierda sea un antiguo militante de izquierdas. En efecto, Federico Jiménez Losantos militó en la Organización Comunista Bandera Roja, creada por Solé Turá en la universidad de Barcelona… y colaboró con las distintas publicaciones de la izquierda intelectual de la época (especialmente con “El Viejo Topo”) hasta que, siguiendo una evolución coherente hacia posiciones liberales se enfrentó con sus antiguos camaradas, devenidos funcionarios socialistas y, finalmente, se hiciera acreedor de un tiro en la pierna a manos de un payaso de Terra Lliure. La izquierda suele tener a Losantos como una especie de ala derecha del PP… en absoluto. Losantos es de ideología liberal y nunca ha sido un periodista en nómina del PP. La independencia en este país de “dependientes” está mal vista. No es raro que Losantos se beneficie hoy del resentimiento más que visceral de presuntos “independientes” (Luis del Olmo, el que fuera “dependiente” de Pujol antes de caer en el olvido radiofónico y Buenafuente, ese individuo vacío y bufonesco cuyas bromas van hacia donde sopla el viento). En esta obra, Losantos manifiesta un elevado grado de ecuanimidad en relación a Aznar. Ni es una exaltación fuera de toda medida, ni una denigración absoluta. Hay un esfuerzo de objetividad.

 

PVP: 18,00 €

Para adquirir esta obra: Con Aznar y contra Aznar

Para más información sobre obras similares: Editorial-Distribuciones PYRE

Para contactar: pyre38@yahoo.es 

 

Federico Jiménez Losantos es, desde hace veinte años, uno de los creadores de opinión más influyentes de España. Intelectual, poeta y ensayista, entre sus libros destacan “Lo que queda de España”, “La dictadura silenciosa”, “Los nuestros” o “Poesía perdida”. Pero debe su popularidad a una infatigable actividad periodística, tan discutida como premiada. Director de la revista de pensamiento “La Ilustración Liberal” y editor del diario en Internet “Libertad Digital”, su columna de “El Mundo”, su página de “Época” y sus cuatro horas diarias de radio al frente de “La Linterna” en la cadena COPE son una referencia política inexcusable, especialmente en el centro-derecha nacional.

Desde esa posición de privilegio y responsabilidad influyó de forma indudable en la creación y afianzamiento de la línea liberal que, con Aznar como líder, acabó con las viejas tradiciones de la derecha y los largos años de hegemonía socialista. La crítica diaria contra los gobiernos de González fue recogida por el autor en “Contra el Felipismo” (1993 y 1996), un gran éxito editorial. Pero aún es más apasionante seguir a través de la misma prosa acerada y brillante la creación casi de la nada de la nueva derecha española, hoy en el Poder. Jiménez Losantos fue –como testimonian estos artículos y ensayos– el primero y más constante defensor del discutido liderazgo de Aznar, hasta que llegó a la Moncloa. Pero luego ha sabido mantener una independencia profesional y una distancia crítica insobornables, ser tan leal a los principios como severo ante las lagunas éticas, el oportunismo ideológico o los errores y abusos de poder del Gobierno y del propio Presidente. Y también establece aquí primeras valoraciones de su aportación histórica.
“Con Aznar y contra Aznar” es una valiosísima aproximación a la historia viva de nuestro país y un impresionante testimonio de coherencia intelectual y de la pasión por España y por la libertad que anima toda la obra de su autor.

 

ACOGIDA DEL LIBRO

"FJL ha reunido un buen libro agavillando lo general con lo subjetivo". Francisco Umbral, "El Mundo".

"Sólo los lacayos o los sicarios están al 100% con un gobernante y al 100% contra los que se oponen a él". Pedro J. Ramírez.

"Este libro contiene apreciaciones brillantes, detalles fulgurantes que iluminan y dan profundidad a la política española y a sus protagonistas", Bernabé Sarabia, "El Cultural".

Jiménez Losantos el 'elmundo.es'

¿Con Aznar o contra Aznar? ¿Y Con Aznar y contra Aznar al mismo tiempo? Federico Jiménez Losantos, que ha acudido a un encuentro digital en Edmundo.es, salta de la columna de sus comentarios liberales a las páginas de un nuevo libro para poner en su sitio la gestión del Partido Popular durante su periodo en el poder.

Federico Jiménez Losantos es, desde hace veinte años, uno de los creadores de opinión más influyentes de España. Intelectual, poeta y ensayista, entre sus libros destacan “Lo que queda de España”, “La dictadura silenciosa”, “Los nuestros” o “Poesía perdida”. Pero debe su popularidad a una infatigable actividad periodística, tan discutida como premiada. Director de la revista de pensamiento “La Ilustración Liberal” y editor del diario en Internet “Libertad Digital”, su columna de “El Mundo”, su página de “Época” y sus cuatro horas diarias de radio al frente de “La Linterna” en la cadena COPE son una referencia política inexcusable, especialmente en el centro-derecha nacional.

Desde esa posición de privilegio y responsabilidad influyó de forma indudable en la creación y afianzamiento de la línea liberal que, con Aznar como líder, acabó con las viejas tradiciones de la derecha y los largos años de hegemonía socialista. La crítica diaria contra los gobiernos de González fue recogida por el autor en “Contra el Felipismo” (1993 y 1996), un gran éxito editorial. Pero aún es más apasionante seguir a través de la misma prosa acerada y brillante la creación casi de la nada de la nueva derecha española, hoy en el Poder. Jiménez Losantos fue –como testimonian estos artículos y ensayos– el primero y más constante defensor del discutido liderazgo de Aznar, hasta que llegó a la Moncloa. Pero luego ha sabido mantener una independencia profesional y una distancia crítica insobornables, ser tan leal a los principios como severo ante las lagunas éticas, el oportunismo ideológico o los errores y abusos de poder del Gobierno y del propio Presidente. Y también establece aquí primeras valoraciones de su aportación histórica.

“Con Aznar y contra Aznar” es una valiosísima aproximación a la historia viva de nuestro país y un impresionante testimonio de coherencia intelectual y de la pasión por España y por la libertad que anima toda la obra de su autor.

Fragmento de la obra

PRÓLOGO
Desde 1987 hasta 2002 he escrito centenares de artículos, ensayos y comentarios para prensa, radio y televisión sobre José María Aznar. Demasiados, sin duda, si uno pudiera elegir tiempo, lugar, gobiernos y gobernantes para amenizar sus escritos políticos. Pero en ciertos países y en ciertas épocas la política es destino antes que opción y obligación antes que devoción. Y como además padezco la manía, propia de intelectual antiguo, de creer que las ideas y los valores deben primar siempre sobre las apariencias y los personalismos, tanto artículo desembocó en ensayo, y artículos y ensayos han terminado en libro. Pero todo empezó cierto día de otoño de 1987, cuando desde las serias columnas de ‘ABC’, y a riesgo de ser tomado por loco, sugerí que cierto oscuro político de oscuro verbo bajo oscuro bigote y oscuro loden verde había llegado a la devaluada Presidencia de Castilla y León podía ser el hombre llamado a iluminar el destino de la derecha española, más oscuro por entonces que el reinado de Witiza y que mi propio candidato, un tal José María Aznar López.


Movido por ese impulso típicamente suicida de los literatos aficionados a la política, no me limité a glosar sus primeros pasos en el modesto poder regional, caridad que entonces no se le negaba a nadie, sino que lo proclamé después el sansoncito capaz de levantar sobre los escombros apenas humeantes de la derecha española una fuerza política que pudiera ganarle las elecciones al PSOE de Felipe González, que en aquel otoño de 1987 disfrutaba del segundo año de su segunda mayoría absoluta, fenómeno terrorífico que según todos los expertos habría de repetirse muchas veces más, hasta finiquitar el siglo, el milenio y los Presupuestos del Tiempo todo.


El comprensible pavor liberal ante la perspectiva de un socialismo con ínfulas de eternidad no me llevó a la desesperación, ni siquiera al felipismo, astuta solución que adoptó el liberalismo egipcio o de bolsillo por aquel entonces. Antes bien, reforzó mi nativa tozudez. Así mantuve mi apuesta por Aznar durante largos años adustos e interminables, contra viento y marea, contra extraños y sobre todo contra propios, siete años en la oposición frente al Gobierno y seis años en el Gobierno frente a la oposición. Pero, naturalmente, reservándome la libertad y el legítimo derecho de criticarle cuando me parecía que erraba o faltaba a sus promesas políticas y apoyándole cuando creía que acertaba o que, al menos, trataba de cumplirlas. Así, hasta hoy. Pero nunca he militado en el PP, nunca colaboré con el equipo de Aznar en la oposición y tampoco le debo cargo, sueldo o distinción algunos desde que llegó a La Moncloa. Si la aparición en TVE es el termómetro del favor del Gobierno de España —y hay motivos de sobra para suponerlo— puedo decir que los telechicos de mi «enemigo» González me trataron algo mejor que los de mi «amigo» Aznar. En los trece años del PSOE me invitaron una sola vez, que recuerde, a un debate político. En los seis años del PP, ninguna.

Tal vez por aquella otoñal adivinación del futuro político de Aznar; acaso por mi obstinación en defenderle incluso en momentos en los que parecía que en su liderazgo sobre la derecha española sólo creíamos su señora, cuatro amigos, y yo; quizá también por la cercanía personal que suelen propiciar esas situaciones de cerco y soledad; y, sobre todo, por haber seguido ejerciendo el periodismo político a diario, teniendo a veces que cambiar de medio por no querer cambiar de ideas (con Aznar en el poder más aún que con González) Ymelda Navajo, editora de los tres libros críticos que dediqué a los gobiernos del PSOE (‘La dictadura silenciosa’, ‘Contra el felipismo’ y ‘Crónicas del acabose’) venía reprochándome que, en justa correspondencia («es simplemente tu obligación», repite), no escribiese «el libro de Aznar», es decir, una biografía política y, como prefacio, una antología de textos como ‘Contra el felipismo’, que supusiera un prepaso pormenorizado de los éxitos y fracasos, aciertos y errores de Aznar en sus años de Gobierno, aparentemente más sosegados pero no menos ricos en sucesos y conflictos que sus años de oposición.

A la biografía política de Aznar me resisto temporalmente, hasta que tenga sucesor. A media legislatura, incluido el semestre de la Presidencia europea, quedaba pendiente un asunto de la máxima importancia para establecer un perfil aproximadamente definitivo del personaje: su posible retirada voluntaria como candidato a La Moncloa y como presidente del PP. Ya está resuelto de la forma conocida y que se recoge en la última parte del libro. Sin embargo, antes de que se despejara esa incógnita creada por el propio Aznar y después de la mayoría absoluta lograda en el 2000, había comenzado ya a poner por escrito lo que considero una obligación moral e intelectual insoslayable: explicar el papel de Aznar en la historia reciente de España y sobre todo —porque es lo que mejor conozco, he participado en ello a fondo y se está olvidando vertiginosamente— cuáles fueron las ideas y valores sobre los que Aznar forjó una derecha política totalmente distinta de la que prevalecía en España desde hace un siglo. Hacer un primer arqueo de lo que sobre estas ideas, con Aznar de por medio, he escrito en todos estos años es el propósito de este libro.


Vaya por delante que no reivindico ningún protagonismo ni me atribuyo papel alguno en la llegada de Aznar al poder. Incluso me parece matizable la opinión, generalmente admitida, del papel clave jugado por unos pocos pero influyentes medios de comunicación —donde sí tuve serias responsabilidades, que desempeñé lo mejor que supe— en el costosísimo desalojo democrático del Gobierno del PSOE. Naturalmente, como los gobernantes socialistas, sus aliados nacionalistas y sus protectores mediáticos se negaban a que se produjera un relevo en el poder a pesar de llevar disfrutándolo sin control y sin trabas durante trece largos años y de haber agotado hasta el último vestigio de su proyecto político (a cambio, tenían razones para temer que podían salir del Gobierno y entrar en la cárcel), el cambio de Gobierno fue traumático y el papel de los pocos medios de opinión radicalmente críticos con el felipismo fue necesariamente esencial.


¿Pero es que en un país que aspira a ser libre las cosas son, deben ser y pueden ser de otra manera? En los medios de comunicación es donde se crea, se agita y se condensa la conciencia cívica, en ellos germinan las ideas que, tras ir ganando poco a poco terreno en la sociedad, superando rechazos y concitando adhesiones, acaban por traducirse en votos. Los «creadores de opinión» debemos esforzarnos, o simplemente esmerarnos, en defender lo mejor posible las ideas, los valores y principios que son los nuestros, independientemente del partido que en cada momento ocupe el Gobierno o la oposición, porque, aunque los hechos lo desmientan cada día con crudeza, representamos o deberíamos representar siempre a la sociedad (a una parte de ella) frente al Gobierno, y no, como suelen pretender y a menudo conseguir los gobernantes, al Gobierno frente a la sociedad.


Esa libertad de opinión en la sociedad libre —que es la simple coexistencia pacífica de opiniones diversas, no una pretendida síntesis que las resuma, supere y, fatalmente, anule— debe ser permanente por la misma razón que los gobiernos deben ser transitorios: porque es la sociedad —al menos eso defendemos los liberales— la que debe hacer y deshacer gobiernos y no los gobiernos los que hagan y deshagan las sociedades. Y por eso mismo la función de los medios de comunicación no debe ser la de transmitir la opinión, léase consigna, del Gobierno o de la oposición, aunque, como es lógico, puedan a veces coincidir. Lo que no puede coincidir es su función sin que se desnaturalice la de ambos. Y, sin embargo, esa libertad de acertar o equivocarse por cuenta propia, que siempre ha sido un bien escaso, hoy que aparentemente dispone de más medios materiales que nunca para asentarse y cumplir a maravilla su tarea, empieza a ser no ya rara sino prácticamente inencontrable. Entre la concentración de medios (los llamados multimedia, tan multimediatizados) y lo mucho que siempre se concentra el Poder en controlarlos, uno no deja de recordar aquella frase de ‘La democracia en América’: «Creo que en cualquier época yo habría amado la libertad, pero en los tiempos que corremos me inclino a adorarla.» Confieso compartir esa idolatría. «España va bien», seguramente, y así nos lo repite el Gobierno pero, en lo que a libertad se refiere, Aznar no nos ha permitido olvidar ni un solo día a Tocqueville.

PERFIL DEL AUTOR:

Federico Jiménez Losantos nace en Orihuela del Tremedal (Teruel) el 15 de septiembre de 1951. A los diez años gana una beca que le permite estudiar interno el bachillerato en Teruel y cursa después la carrera de Filología Hispánica en Zaragoza y Barcelona, licenciándose con una tesis sobre los esperpentos de Valle-Inclán. En sus años universitarios milita activamente en la clandestina izquierda antifranquista (OCE Bandera Roja y PSUC) y estudia arte y psicoanálisis -es uno de los fundadores de la Biblioteca Freudiana de Barcelona-. En su Universidad Central funda "Revista de Literatura" y posteriormente "Diwan", revista de pensamiento sobre política, filosofía, literatura y psicoanálisis.

En 1979 gana el premio de ensayo El Viejo Topo con «La cultura española y el nacionalismo» y publica "Lo que queda de España", cuyas tesis en defensa de los derechos culturales de los castellano-hablantes y sus críticas a la izquierda entregada al nacionalismo lo convierten en el centro de una virulenta polémica. En 1981 es objeto de un secuestro y atentado a manos de los pistoleros de la banda terrorista Terra Lliure. Un año después, tras abandonar "El País", comienza en Madrid su espectacular carrera en la prensa escrita: jefe de opinión de "Diario 16"; comentarista en "Cambio 16" y "Época"; columnista político en "ABC" durante diez años; y de “El Mundo” hasta hoy.

En la radio es el comentarista político de Antonio Herrero desde el comienzo de "El primero de la mañana" en Antena 3. También colabora con José Luis Balbín en "Hora cero" y con Luis del Olmo en "Protagonistas". Al llegar la televisión privada es el comentarista político del noticiario de Luis Herrero en Antena 3 TV, donde en 1992 dirige y presenta "Historia de los judíos españoles". Junto a Antonio, Luis y José María García es expulsado de Antena 3 tras el «antenicidio» polanquista y recala en la COPE. En 1998 asume la dirección de "La linterna" y en 2003 la de “La mañana”. Entre dos y tres millones de personas siguen cada día su programa, el más importante de la radio española. Es fundador y director de la revista “La ilustración liberal”, editor del diario en Internet "Libertad digital" y consejero delegado de Libertad Digital TV.

Entre otros galardones, ha obtenido el Premio Continente de Periodismo, el Premio de Periodismo del Parlamento Europeo, el Premio González Ruano, el Micrófono de Plata y el premio de ensayo "Espejo de España". Su libro "La dictadura silenciosa", que desvela los peligros de la democracia en España tanto en lo político como en lo cultural y mediático, fue un extraordinario éxito de ventas, al que siguieron "Contra el felipismo", "Crónicas del acabose", "La última salida de Manuel Azaña", "Poesía perdida", "Los nuestros", "El adiós de Aznar", "España y Libertad", "Con Aznar y contra Aznar" y "Federico responde: los chats en Libertad Digital".

 

 

PVP: 18,00 €

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Para contactar: pyre38@yahoo.es

 

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